Desde temprana edad, María Mónica
supo sin dudarlo ni un poco, que el universo le brindaría todo lo que
había deseado, un esposo amoroso, unos hijos maravillosos y una casa en un
barrio de ensueño. Este anhelo, le fue
dado por la vida, gracias a los esfuerzos conjuntos de ella y su marido a la
edad de 29 años, al llegar a la Unidad Residencial Plaza Campestre, junto con
su hija de apenas 9 meses de edad.
El sueño se hacía realidad,
sin embargo, este logro familiar que cumplió María Mónica de la mano de su
esposo, se convirtió en una meta sin identidad, pues ella, su familia, y el
resto de vecinos llegaron a un lugar NN,
a un lugar sin nombre.
“Cuando era pequeña venía a
jugar con mi prima, cruzábamos la quebrada Ana Díaz para coger moritas y nos fascinaba caminar por todo el campo”
Cuenta Mónica, recordando nostálgica cómo recorría las praderas de lo que es
ahora el barrio que habita, en el cual de bosques y matorrales solo queda el
recuerdo de unas pocas personas, pues lo que antes era una laguna rodeada de
naturaleza, gaviotas y arboles ahora es remplazado por las Unidades
Residenciales Laureles Campestre, Plaza Campestre y Rio Campestre, conjuntos
que suman alrededor de 7000 habitantes, una cantidad significativa para el
barrio Santa Teresita.
Mónica, tal como muchos
otros residentes de estas unidades, vivé el sueño de su niñez, pues cuenta
alegre que tiene la fortuna de vivir en un barrio tranquilo, lleno de casas
hermosas, de gente agradable y de un ambiente inigualable. Aún así, este sueño,
que debió reconocerse como “la maravilla de vivir en Santa Teresita, barrio de
la Comuna 12” permaneció desconocido durante casi 18 años, pues desde que llegó
al barrio, la constructora de la unidad le dijo a los residentes que se
encontraban viviendo en el barrio La Almería, en Simón Bolívar.
El desconocimiento sobre el
barrio se ve reflejado en las palabras de Mónica “No nos habíamos dado por
enterado que vivíamos en Santa Teresita, menos en la comuna 12. Solo escuchamos
la palabra comuna cuando empezó la violencia en la Comuna 13, pues fue ahí
cuando nos enteramos que nosotros somos de la 12” Este desconocimiento a nivel
de comunidad ha sido la causante de muchas solicitudes rechazadas, tal como lo
cuenta María Mónica y como se evidencia en la historia administrativa en la
Unidad Plaza Campestre.
Al mudarse al conjunto
recién construido, existía una finca, la cual catalogaban como patrimonio
nacional, por lo que existía el compromiso de no derrumbarla. La finca, junto
con toda la naturaleza a su alrededor, desapareció y es ahora la Unidad Rio Campestre.
Lo mismo sucedió con la gran laguna que yacía en Laureles Campestre, pues se
estableció un compromiso con la comunidad de Santa Teresita de que dicho lugar
se convertiría en un pulmón de la ciudad. A pesar de las solicitudes a la
alcaldía, el proyecto residencial siguió en marcha y es lo que ahora se conoce
como la famosa ciudadela residencial Laureles Campestre.
Actualmente, Tanto Mónica
como los residentes de las unidades representativas del barrio, son cada vez
más conscientes de asumir un verdadero compromiso en cuanto a la adquisición de
una identidad barrial, pues es ese el lugar en el que día a día se siente
felices y agradecidos por tener la posibilidad de vivir allí. Un lugar central,
bello y con un ambiente tranquilo, que a pesar de la poca atención brindada por
la administración municipal, ha progresado
y se ha embellecido cada vez más, debido al esmero de sus habitantes.
El sueño que durante años
no tuvo identidad, es ahora un sueño con nombre propio, es un sueño ubicado en
la comuna 12 de Medellín, el sueño de Mónica y su familia es uno llamado “Santa
Teresita”.
Por: Ingrid londoño