Resulta condición sine qua non la presencia de espacios públicos
para la existencia de una verdadera democracia de ciudad. Es por esto que
observar una llamativa pancarta a las afueras de la unidad
residencial la armería con la palabra NO en negrilla Y la frase aún
más inquietante "no a las UVAS" me causó una gran desazón, una fuerte duda viene a mi ¿quién no querría
una UVA? Y no me refiero a la
fruta, no. Mucho más que eso.
Me refiero a un maravilloso proyecto que integra espacios de
cultura y educación, encaminados a
permitir una verdadera intervención social,
hablo de inclusión para el chico,
el anciano, el adulto o el joven.
Hablo del fomento de la recreación, el
deporte y el buen uso del tiempo libre.
Ahora, respecto a la
pregunta planteada casi con desesperación,
considero una sola posibilidad.
¿Quién no querría una UVA? solo podría ser una persona que anteponga
"la paz, el silencio y el
confort" ante la inclusión, la
democratización y el bienestar social. No
los culpo, es más, están en todo su derecho; sin embargo, esta es una oportunidad para cuestionarnos si
en verdad estamos apoyando a la creación de la Medellín que soñamos y nos
merecemos, solo invito a que nos
preguntemos a consciencia ¿acaso no estamos preparados una ciudad equitativa e
incluyente? ¿En realidad no estamos listos para recibir espacios públicos de
calidad? ¿Tan rápido le diremos no a las
UVAS? Inquietudes como estas deberíamos abordarlas todos los medellinenses.
Por:
Ingrid Londoño
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